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El condominio del pastoreo es tradicional en muchas comarcas gallegas y forma parte de nuestros estilos consuetudinarios. En el Ribeiro de Avia es vieja la costumbre del libre pastoreo de los ganados en extensos campos que existen a uno y otro lado del río, y que no se cultivan por las frecuentes crecidas invernales, a pesar de que esos terrenos pertenecen en propiedad a sus dueños, que se conforman con utilizar una pequeña faja de cada orilla para arbolado, a fin de tener las estacas que requieren las cepas al llegar la DECOTA y la RODRIGA. Lo mismo en las comarcas de ribera que en las de montaña de la misma provincia de Orense, el pastoreo de ganado vacuno, lanar y cabrío es regido por la costumbre inmemorial, poniéndose a turno los vecinos para llevar al rebaño el ganado que se reúne a toque de bocina en una encrucijada, a fin de conducirlo al pastoreo. A un kilómetro del Barco de Valdeorras hay una dehesa boyal de más de 12 hectáreas que ha sido donada para propiedad común de aquellos vecinos; y en esa dehesa, siempre verde, pastorean los ganados de aquellos pueblos, y también tienen derecho a hacerlo en limitado plazo de tiempo las caballerías de los maragatos de Astorga, cuando la maragatería ambulante hacía comercio por aquella zona. En los Picos de los Ancares, a una altura de 2.000 metros sobre el nivel del mar, entre las provincias de Lugo, León y Oviedo se practica, desde Junio a Septiembre, el pastoreo en unas extensas praderías pertenecientes al dominio privado y al dominio de los pueblos. En la comarca gallega de los Ancares el pastoreo tiene gran importancia, porque su principal riqueza la constituye la cría de ganado vacuno y caballar. En los montes comunales abiertos de Galicia, al igual que en las AGRAS y terrenos no cerrados en que se sembró trigo o centeno, es costumbre vieja, respetada a través de los años y de los siglos, que una vez recogida la cosecha pastoreen los ganados y rebaños libremente, como si todo fuese comunal. |