GOND031
Diálogo da lavandeira e o peregrino 
| Título | Diálogo da lavandeira e o peregrino | 
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| Autor | Cernadas y Castro, Diego Antonio | 
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| Data orixinaria | 1777a | 
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| Edición | Álvarez, Rosario / González Seoane, Ernesto | 
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                Cantan dentro los niños alguna parte de la Salve, 
que está impresa: descúbrese el quadro de la Vir
gen, á cuyos lados estarán los Angelitos con sus 
insignias, y despues de un verso, ó dos, sale por 
un lado del tablado la Lavandera.
            
            
                Lav. Cando á Salve cantan xá,
                sinal he de que logo entran
                á Misa, voume chegando.
            
            
                Sale el Peregrino por otro lado.
            
            
                Per. 
                Pues aquí cánticos suenan
                de una inocente Capilla,
                ver todo lo que hay es fuerza.
                Pero qué miro! Bendita (Hace genuflexion.)
 
                infinitas veces sea
        
                la siempre amable María
                y su Sacra Imagen bella.
                Paisana, que por el trage,
                me pareces de esta tierra,
                sabrásme decir, supuesto
                que porque vengo de fuera,
                estos Misterios ignoro,
                ¿Qué es lo que nos representan
                las insignias de estos niños,
                y la Imagen, que veneran?  
            
            
            
                Lav. 
                Si, meu Siñor: sabereis,
                que ó Crego da nosa Igrexa
                no lo ten ben insinado,
                é ná Freiguesia enteira
                xá non hay pé de rixélo,
                sinon que sexa unha besta,
                que, ó que eso nos sinifica
                de pé á pá, nono sepa.
                El nos puxo en unhas copras,
                coma as que venden nas Feyras,
                toda esa historia tan crara,
                que xá todas as Freiguesas
                poden, si queren, cantala
                á ó pandeyro, é as ferreñas.
                Sua mercé quer que lla diga?
            
            
            
                Per. 
                Te lo estimaré.
            
            
            
                Lav. 
                Pois seylla.
                Pero estalle en Castillano,
                é como sey mal á lengua,
                pode ser, que me trabuque;
                mais como, por aprendela,
                fixen todo canto puden,
        
                ainda irey dando na tecra.
                Eu digolla?
            
            
            
                Per. 
                Dila.
            
            
            
                Lav. 
                Elle algo
                longuiña.
            
            
            
                Per. 
                Mas que lo sea.
            
            
            
                Lav. 
                Pois logo á Dios, é á dita,
                aí bay, Dios baya có ela.
                En aquella gran Ciudad,
                que por ser tan noble y bella
                tiene el nombre de Jardin
                de la Italia, que es Florencia,
                una Hermandad muy piadosa
                habia, cuyo fin era
                darle cultos y alabanzas
                á la Virgen Madre nuestra.
                Entre los muchos Hermanos,
                mas en la virtud se esmeran
                siete nobles Caballeros,
                que con mayor penitencia,
                con lágrimas y oraciones
                á la Soberana Reyna
                suplicaban cada dia
                los guiase á mas perfecta
                vida y á virtud mas alta;
                pues deseaban con ella;
                servirla con mas empeño,
                y amarla con mas terneza.
                Un dia, quince de Agosto,
                en que los fieles celebran
                la Asuncion de esta Señora,
                por santificar su fiesta
        
                con mas retiro, se fueron
                todos juntos á la Iglesia,
                donde, estando en oracion,
                elevadas sus potencias,
                oyeron, raro prodigio!
                una melodía inmensa
                de una voz dulce y suave,
                que los conforta y alienta,
                y vieron, ó qué fortuna!
                que la Celestial Princesa,
                cercada de resplandores,
                con su vista los recrea.
                Entre los brillantes rayos,
                que esparcia su belleza,
                siete habia mas lucidos,
                que eran unas claras señas,
                de que la Divina Aurora,
                entre las luces que ostenta,
                ponia de sus Devotos
                las siete ardientes finezas.
                Mandóles que abandonasen
                el mundo y sus apariencias
                por su amor, para que así,
                libres de toda terrena
                pasion, con menos estorbo,
                servirla mas bien pudieran.
                Vueltos en sí, consultaron
                la vision, y como encuentran,
                que fué igual en todos siete,
                ninguna duda les queda
                de que fué favor del Cielo:
                con lo que conformes dexan
        
                las galas, de buriel visten,
                en vez de otras ricas telas,
                y las delgadas camisas
                en duros silicios truecan.
                Por consejo de su Obispo,
                (ó qué bien en esto aciertan!
                que no es la virtud segura,
                quando el alma se gobierna
                por su propio parecer)
                una casita pequeña,
                del bullicio retirada,
                tomaron, haciendo de ella
                como un humilde Convento,
                en que á Dios todos se entregan.
                Un dia que en procesion
                fueron á dar la obediencia
                á su Obispo, y á pedirle
                para su gobierno reglas,
                pasmados los de aquel Pueblo
                de oir mudanza tan nueva,
                para verlos se asomaban
                á las ventanas y puertas.
                Entre el gentío se hallaban
                muchas madres, con sus tiernas
                criaturas en los brazos,
                y algunos niños, que aun eran
                de cinco meses no mas,
                con sus inocentes lenguas,
                clamaron milagro grande!
                con voz bien clara y discreta,
                que la percibieron todos:
                Estos, Ciudad de Florencia,
        
                son los Siervos de María,
                ¿qué mas evidente prueba,
                de que la Reyna Divina
                honrar sus Siervos desea?
                Desde allí al Monte Senario,
                que distaba algunas leguas
                del Lugar, se retiraron,
                donde firmes perseveran
                siete años los siete Padres,
                porque si no hay permanencia
                en la virtud, nada vale;
                y ved la correspondencia,
                que Dios guarda en los Misterios
                de María, pues ordena,
                que para que se veneren
                sus siete dolores, sean
                siete los Padres, y siete
                los años de penitencia.
                Obligada la Señora
                de tan devota firmeza,
                un dia de Viernes Santo,
                que contemplaban las penas
                de su Soledad amarga
                entre mares de tristezas,
                quando mas compadecidos
                en sus lágrimas se anegan,
                entonces en una nube
                blanca, trasparente y tersa,
                cien mil veces mas hermosa
                que el Sol entre las estrellas,
                la Emperatriz Soberana
                verse de los siete dexa,
        
                cercada de hermosos rayos,
                vestida de ropas negras,
                trayendo en sus manos blancas,
                de su cariño por prendas,
                un hábito tambien negro.
                Al mismo tiempo con ella
                muchos Angeles venian,
                con sus insignias diversas
                de la Pasion del Señor,
                y entre esta alada caterva
                uno un rótulo traía,
                que dice en doradas letras:
                Siervos de María: otro
                de San Agustin la Regla:
                otro Escapularios negros:
                otro en sus manos ostenta
                unha floreciente palma:
                ¡ó que gloria tan excelsa!
                Despegó sus dulces labios
                la Soberana Maestra,
                y les dice: Aquí estoy Yo,
                que soy Madre verdadera
                de Dios: á premiaros vengo,
                y de mi amor para señas
                este hábito negro os doy,
                que en memoria de las penas
                de mi viudez y dolores,
                que por la muerte sangrienta
                de mi Hijo he padecido,
                quiero os vistais. Esta Regla
                de Agustino guardareis,
                que por eso esta targeta
        
                Siervos mios os publica;
                y esta palma manifiesta
                la que por ser mis devotos,
                tendreis en la gloria eterna.
                Dixo, y dexando sus almas
                de amor y dulzura llenas,
                desapareció la Virgen,
                que para mas evidencia,
                despues á San Pedro Martir
                (á quien el Papa encomienda
                de este suceso el exámen)
                le mostró siete azucenas,
                que los Angeles cogian
                en una hermosa floresta,
                y presentándolas luego
                á la Virgen pura y bella,
                en sus virginales pechos
                las colocaba por muestra
                del amor, con que á sus siete
                finos Devotos aprecia.
                Esto, Siñor, sinifican
                os Anxeles, é as enseñas,
                é dali lle comenzou
                á estenderse po la terra
                á devozon dos dolores,
                que esta Cofradía ouserva.
                O dichosas de nosoutras,
                si estimamos á nobresa
                de ser Siervos de María,
                é vistir á gala negra
                dó seu santo Escapulario,
                traguendo ná alma impresas
        
                as virtudes! canta dicha,
                canta groria nos espera!
                Sua mercé, xá que veu,
                por fertuna, á ver á festa,
                tómele cariño á Virxen,
                porque unha vez que lo teña,
                eu lle dou miña palabra,
                que no ha de perder có ela,
                porque lle he grande Siñora.
                Ay, meu Siñor, seu dixera 
                algunhas cousas, que sey;
                mais, mal pecado, unha besta
                coma eu, que ha de decer?
                Busté perdone á molestia,
                que eu ben sey, que xá me entende,
                que en fin á besta no he cega.
            
            
            
                Per. 
                Vivas mil años, paisana,
                que tuve gran complacencia
                en escucharte la historia,
                y no menos en tan buenas
                enseñanzas que me dás;
                y porque consuelo tengas,
                te prometo, que aunque ya
                antes de la Virgen era,
                aunque muy tibio devoto,
                lo seré desde hoy, con nueva
                propension á sus dolores.
                pues para serlo me empeñas
                con tu exemplo.
            
            
            
                Lav. 
                Dios llo pague.
            
            Sale Botica.
            
                Bot. 
                Carlos, Carlos.
            
        
            Sale Carlos.
            
                Carl. 
                Ten paciencia:
                hay tal Carlear?
            
            
            
                Bot. 
                No ves,
                que la Devocion aprieta
                á que la Procesion salga?
            
             
            
                Carl. 
                Pues salga, que ya debiera
                salir mas ha de dos horas.
                       
            Sale la Devocion.
            
                Dev. 
                Parad un poco, que resta
                primero una urbanidad.
                        
            
            
                Carl. 
                Con cortesía se enreda?
                No se me ande en cumplimientos,
                que el vientre no sufre esperas.
                        
            
            
                Dev. 
                La Devocion no se opone
                á la cortesía atenta;
                y así, Señores Abades,
                cuyo zelo, cuya ciencia,
                con el exemplo edifica,
                y con la doctrina enseña...::
                        
            
            
                Per. 
                Y así, sabios Religiosos,
                cuya virtud manifiesta,
                por el desprecio del mundo
                toda unha gloria interesa...::
            
            
            
                Carl. 
                Y así, puros Sacerdotes,
                cuya potestad suprema
                los Angeles envidiaran,
                si envidia tener pudieran:::
            
            
            
                Lav. 
                E así, nobres Cabaleyros,
                que coa vosa presencia
                facedes unha Cidade,
                dá Corte, dá nosa Aldea:::
                        
            
            
                Bot. 
                E así, miñas Labradoras,
        
                que por bonitas, ou feas,
                sendo feytizos de mozas,
                parecés bruxas de vellas:::
                        
            
            
                Dev. 
                Por el obsequio rendido,
                que haceis con vuestra asistencia
                á la Madre Dolorosa,
                de agradecimientos llena,
                la Devocion de Fruime
                os dá las gracias atenta.            
            
            
                Bot. 
                Ola, digo, una palabra:
                por descargar mi conciencia,
                ya que me negué á la Loa,
                por ser esa una materia
                para mí muy revesada,
                si me lo toman en cuenta,
                un Entremes os ofrezco:
                ¿Ustedes quiérenlo?
                        
            
            
                Todos. 
                Venga.
                    
            
            
                Dev. 
                Pero ha de ser doctrinal.
                         
            
            
                Bot. 
                Entre los Anacoretas
                pudiera representarse,
                que aunque yo cara no tenga
                de Beato, ó Santurron,
                sé muy bien en qué se peca.
                        
            
            
                Dev. 
                Pues de este modo permito,
                que se represente, y mientras,
                porque en culto de María
                no estén ociosas las lenguas,
                todos á un tiempo conmigo
                gritad con voz placentera:
            
            
            
                Todos. 
                La Virgen de los Dolores
                viva en el Cielo, y la Tierra.
            
        
    
 
			
			
			
			
			
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